Dos marchas fúnebres para escuchar en Semana Santa
Dos marchas fúnebres para escuchar en Semana Santa
Foto: En el parque central, la Orden de los Sayones hace su coreografía final antes de dispersarse. Archivo digital de la Semana Santa de Ciénaga de Oro ————————————
Por: Óscar Aquite
Musicalmente, una marcha es una obra que tiene un compás binario (dos tiempos por compás), lo que permite emular un movimiento, concretamente, el paso coordinado de una o más personas a lo largo de un camino. Existen muchos tipos de marchas: militares, nupciales, triunfales. En la Semana Santa, cuando se realizan las procesiones religiosas en las calles, las marchas se convierten en elementos centrales que permiten generar un ambiente de recogimiento, típico de estas épocas. A estas se les llaman marchas procesionales, aunque el carácter y el contexto de la procesión pueden determinar si se les consideran marchas fúnebres, aquellas que retratan la tristeza y la solemnidad asociadas a la muerte, en este caso, de Cristo.
Dentro de las medidas tomadas por los diferentes gobernantes del mundo para detener la expansión del virus SARS-CoV-2, vemos cómo tradiciones de siglos han sido canceladas. Tal es el caso de las marchas procesionales y fúnebres de la Semana Santa. Ante la ausencia de estas manifestaciones, queremos presentar dos maneras muy distintas de aproximarse a este tipo de expresiones, en especial, en su forma musical. La primera es local y proveniente de una festividad recientemente declarada patrimonio inmaterial de la Nación. La segunda que ya forma parte esencial del repertorio académico occidental y que es, sin duda, una de las obras más conocidas y conmovedoras de su compositor.
La ceguedad, José María Fortunato Sáez (¿? – 1944)
Hablar de las marchas fúnebres de la Semana Santa del municipio de Ciénaga de Oro (Córdoba) significa adentrarnos en una tradición que data de mediados del siglo XIX, cuando se fundan y organizan las primeras agrupaciones musicales en el sur de lo que fue el Estado Soberano de Bolívar (específicamente en las regiones del río Sinú, río San Jorge, las sabanas y los Montes de María). Estos ensambles de vientos y su música, que se consideran mediante la resolución 0270 del 25 de febrero de 2020 del Ministerio de Cultura como parte del patrimonio cultural inmaterial del país, sobreviven hoy gracias al interés genuino de los músicos por enseñar estas expresiones musicales a su comunidad y, por su puesto, por un sentir profundamente religioso que comparten los habitantes de Ciénaga de Oro que respaldan sus tradiciones.
Video sobre la música de la Semana Santa de Ciénaga de Oro, ambientado con «La ceguedad» de José María Fortunato e interpretado por la Asociación Banda San José, cuyos intérpretes son Adrián Emiro López Villadiego (clarinete y saxofón), Carlos Alfonso Pacheco Arcia (trompeta), José Julián Castilla Araujo (bombardino), Ariel Bedoya Escudero (trombón), Pedro Carlos Salinas Bedoya (redoblante) y Luis Eduardo Guzmán Montes, bajo la dirección de Rafael Eduardo Sáez Vidal y Luis Roberto Franco Causil.
La ceguedad es una marcha fúnebre compuesta por el orense (nacido en Ciénaga de Oro) José María Fortunato Sáez. El compositor, reconocido por su profunda devoción católica, se destacó desde su inclusión en la Banda San José de Ciénaga de Oro en 1915 en la dirección, enseñanza, interpretación y composición de obras para cada día específico de la Semana Santa. Las marchas fúnebres de Sáez acompañan los pasos o monumentos que cada año durante la Semana Santa feligreses levantan y pasean por las calles de Ciénaga de Oro. Siempre a paso lento y reflexivo: cinco pasos adelante y tres hacia atrás. Hoy en día se considera a “El negro”, como se le conocía a José María Fortunato Sáez, como el gran impulsor de este género musical en toda la costa Caribe colombiana.
La tradición de interpretar marchas fúnebres con bandas de vientos durante la Semana Santa no es única de Ciénaga de Oro. Es quizás una de las herencias más evidentes y mejor conservadas de la colonia europea y por eso es posible escuchar composiciones similares en las procesiones de Semana Santa de toda Latinoamérica. La ceguedad podría ser entonces una muestra de la religiosidad particular de un municipio del Caribe colombiano que se resiste a pesar de haber sido fuertemente golpeado por el conflicto armado colombiano y que ve en la fe una manera para aliviar las penas del alma.
Escuche La ceguedad y otras marchas fúnebres de la Semana Santa de Ciénaga de Oro:
II. Denn alles Fleish, es ist wie Gras – Un réquiem alemán, Johannes Brahms (1833 – 1897)
«El réquiem ateo». Con esta expresión se ha designado en alguna ocasión al Réquiem op. 45 de Johannes Brahms debido al escaso número de veces que se menciona a Dios en su texto, al menos, directamente. Brahms, agnóstico confeso, realizó prácticamente un «collage» con versículos que rompen con las estructuras impuestas por la Iglesia, y descontextualizan el mensaje que explícitamente ofrece la Biblia. No está demás decir que los réquiems aparecieron como obras que buscaban despedir a aquellos que fallecían y para eso se utilizan pasajes que incluso narran la muerte de Cristo.
Sin embargo, pocas obras en la historia de la música académica occidental parecen estar tan impregnadas de tanta espiritualidad, no solo en lo que al texto atañe, sino también en lo que a la propia música concierne. El hecho de que Brahms designase esta obra como ein deutsches Requiem, o más bien, eine Art deutsches Requiem (una especie de réquiem alemán) puede obedecer al propósito de hacer que su público, de habla germana, interpretara de alguna manera su mensaje, que al parecer era exponer su proceso de dolor y sanación tras la muerte de su madre y su ilusión por un futuro reencuentro con ella.
Foto: Johannes Brahms (1833–1897) – dominio público
A pesar de que no existe una prueba contundente que respalde que esta obra fue dedicada a su madre, lo importante es comprender que la obra resalta esa aparente necesidad del compositor por hacer divino algo naturalmente humano: encontrar consuelo en un mundo que tiene todas las herramientas para curar el alma de los que sufren y que quieren salir adelante. Esa necesidad de asumir que, a veces, para continuar nuestro camino es inevitable experimentar alguna pérdida, es quizás la razón por la que aparece el segundo movimiento Denn alles Fleish es ist wie Gras, con música que nos recuerda el carácter de las marchas fúnebres.
Si bien es difícil clasificar este movimiento como una típica marcha fúnebre puesto que, en este momento de la obra el compás es ternario (tres tiempos por compás), en vez de binario, lo cierto es que para algunos teóricos es una marcha fúnebre debido a otras características musicales y al impacto emocional que produce en los oyentes. En este movimiento, especialmente al principio, se nos regala un espacio para reflexionar con un tempo lento y algo pesado, acompañado de coros que recitan diferentes versículos de la Biblia. El uso de los instrumentos de percusión, como los timbales sinfónicos, nos propone una sonoridad que nos induce a no detenernos y a continuar nuestro camino. El movimiento inicia con el texto cuya traducción puede ser “Pues toda carne es como la hierba y todo el esplendor del hombre es como la flor de los prados; la hierba está seca, la flor se está marchitando”, en donde, tal vez, se nos invita a entender que el paso del ser humano por la tierra es efímero y que, si queremos dejar algo en el mundo, lo mejor que podemos hacer es aprovechar aquellos momentos en los que brillamos por nuestras acciones y que solo se logran manteniendo la frente en alto, y desafiando insistentemente nuestras propias luchas.
II. Denn alles Fleish, es ist wie Gras. Concierto en línea del Réquiem alemán de Johannes Brahms a cargo del Coro Uniandes, el Coro Uniandes Sinfónico y la Orquesta del Conservatorio de Música de la Universidad Nacional. Coro Uniandes | Dirección: Carolina Gamboa – Coro Uniandes Sinfónico | Dirección: Diana Cifuentes – Orquesta del Conservatorio de Música de la Universidad Nacional | Director: Guerassim Voronkov
No es una casualidad que ambas obras sean frecuentemente interpretadas durante la Semana Santa. A pesar de que el réquiem de Brahms haya sido tachado como una obra atea, eso no le quita que la interpretación de su letra esté abierta a múltiples posibilidades y que, por tanto, su montaje en salas de concierto o iglesias se ajuste a las celebraciones sagradas de la Semana Mayor. Es cierto que ambas marchas tienen diferencias notorias como el uso de las voces en la obra de Brahms y la ausencia de estas en la de Sáez, o que el réquiem contiene otros movimientos en donde parece abordar las diferentes etapas del duelo, mientras que La ceguedad es una obra independiente que está pensada para tocarse mientras la banda se desplaza por las calles de Ciénaga de Oro. Sin embargo las dos piezas tienen también coincidencias: ambas buscan maneras parecidas de abordar el dolor y su superación. La ejecución y apreciación de estas músicas es producto de dinámicas que nos pueden hacer sentir más cerca del cielo o, por el contrario, de uno mismo. Quizás, de ambos.